Sorbus aucuparia (Serbal de los cazadores)

Arbolillo de 8 a 10 m. de altura que puede llegar a los 15 y más extraordinariamente a los 20 m. El tronco es de corteza lisa, gris, agrietada en los pies añosos. La copa es abierta y redondeada. Sus ramas también presentan una corteza grisácea, que se desprende en finas películas, quedando, por transparencia, visible el líber anaranjado. Sus hojas, alternas de 10-20 cm. de largo, son ovales u oblongo-lanceoladas. Presentan un borde toscamente aserrado y un envés de color verdigris, con pilosidad o glabro. Su coloración otoñal va del rojo oscuro al amarillo.

Las flores aparecen en corimbos pedunculados. Son blancas, de 1 cm. de ancho aproximadamente, y presentan un olor desagradable. Sus frutos los podemos observar en densos racimos (bajo el punto de vista botánico no son bayas). Son globosos, de 8-10 mm. de diámetro, de un color rojo coral, son carnosos, ásperos y astringentes.

Este árbol florece en primavera y sus frutos maduran en septiembre y octubre. Permanecen en el árbol hasta bien entrado el invierno. Se distribuye espontáneamente por toda Europa, Siberia y el Cáucaso. En España aparece salpicado en bosques y setos de todas o casi todas las sierras de la mitad Norte.

Indiferente en cuanto a suelos, prefiere los sueltos y frescos, mejor si son silíceos. Es un árbol pionero. Brota bien de cepa y fructifica con regularidad. Si lo dejan, puede llegar a vivir unos 100 años por término medio.

El follaje es muy buen alimento para las cabras y ovejas. Las flores son usadas para preparar una bebida calmante. Sus frutos, no son comestibles, pero se puede preparar con ellos una bebida alcohólica y el buen vodka ruso debe contar entre sus ingredientes aguardiente de Sorbus aucuparia.

Su nombre se deriva de que los cazadores utilizan sus frutos para atraer a sus presas. En medicina popular son considerados como diuréticos y antiescorbúticos. Es un árbol muy considerado en ornamentación por la abundancia de sus flores y sobre todo por la belleza del contraste entre el follaje y los frutos, rojos desde el mes de julio y que persisten en el árbol buena parte del invierno.

Las fotos se realizaron en las inmediaciones de Espinosa de los Monteros, todas en el mes de septiembre, pero con la diferencia de 5 años.